El problema está en ese momento en que se decide tirar la razón por el balcón y dejarle la puerta abierta a la emoción. Porque la emoción es magia, pero así como la magia es ilusión, todo se resume a que ese momento es volátil.

Pero la verdad mis queridos es que mientras la emoción, la mente, la magia y la ilusión se divierten, la razón ya ha empezado a subir los escalones para llegar a tu puerta y BOOM! se te ha olvidado cerrarla, ella simplemente entra y te ve fijamente a esos ojos que tienen ese brillo peculiar que solo se tiene cuando piensas que has logrado lo que querías y sientes que el mundo podría desaparecer el día de hoy; ahí es cuando con el dolor le invade porque tiene que llamarte por tu nombre y recordarte que en el planeta Tierra donde realmente vives, la vida no es volátil.
Estalla! esas dos fuerzas frenéticas que dejan su efecto colateral que golpea exactamente a la par del corazón; porque no mueres, solo sufres... porque debes enfrentar que se terminó, se esfumó ese momento y ahora solo quedan sus consecuencias buenas o malas, pero sin la "magia".
No pasa nada, así es la vida y eso es lo que hace de ella un constante aprendizaje de adaptación.
No es malo dejar que la emoción recorra nuestras venas, pero en dosis adecuadas la razón y la emoción son las mejores amigas para que el momento de volátil pase a ser eterno.
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