domingo, 18 de mayo de 2014

Dos fuerzas frenéticas

El problema está en ese momento en que se decide tirar la razón por el balcón y dejarle la puerta abierta a la emoción. Porque la emoción es magia, pero así como la magia es ilusión, todo se resume a que ese momento es volátil. 
Tu mente juega a pensar en el futuro que sabe que es poco probable que llegue de la manera en que lo pintas, pero exactamente eso es el alimento de tus acciones arrebatadas, eso es lo que hace que todo parezca que vale la pena. 
Pero la verdad mis queridos es que mientras la emoción, la mente, la magia y la ilusión se divierten, la razón ya ha empezado a subir los escalones para llegar a tu puerta y BOOM! se te ha olvidado cerrarla, ella simplemente entra y te ve fijamente a esos ojos que tienen ese brillo peculiar que solo se tiene cuando piensas que has logrado lo que querías y sientes que el mundo podría desaparecer el día de hoy; ahí es cuando con el dolor le invade porque tiene que llamarte por tu nombre y recordarte que en el planeta Tierra donde realmente vives, la vida no es volátil. 

Estalla! esas dos fuerzas frenéticas que dejan su efecto colateral que golpea exactamente a la par del corazón;  porque no mueres, solo sufres... porque debes enfrentar que se terminó, se esfumó ese momento y ahora solo quedan sus consecuencias buenas o malas, pero sin la "magia". 
No pasa nada, así es la vida y eso es lo que hace de ella un constante aprendizaje de adaptación. 
No es malo dejar que la emoción recorra  nuestras venas, pero en dosis adecuadas la razón y la emoción son las mejores amigas para que el momento de volátil pase a ser eterno.